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Entre la infantilidad y el golpismo, tapan el retrato del Rey en la toma de posesión de Artur Mas como presidente autonómico el 24 de diciembre de 2012 |
Para comprender la mentalidad separatista, algo no logrado aún por ningún Gobierno de la nación, resulta imprescindible partir de la base de que es un movimiento profundamente cínico. De un cinismo inmenso, descomunal, sin parangón. Que ha encontrado en la mentira y en la manipulación sus armas preferidas.
Especialidad suya es vestir con palabras biensonantes cosas ilegales y antidemocráticas. Por ejemplo, a la imposición del catalán la denominan normalización lingüística ―quienes en Cataluña nos resistimos a dejar de hablar habitualmente en español debemos de ser, por tanto, “anormales”―; al soborno institucionalizado de la prensa lo bautizan con cada golpe de subvención como ayudas al catalán, o protección de una lengua minoritaria también; y tomar de la legalidad sólo aquello que les conviene mientras desacatan el resto recibe de boca de ellos el eufemístico nombre de soberanismo.
el 24 de diciembre de 2012 Su más reciente timo en marcha, lo último con lo cual están retorciendo la semántica, es el tan cacareado dret a decidir ('derecho a decidir'), un eslogan repleto de connotaciones positivas que hábilmente esgrimen para confundir a los incautos y acomplejar a los constitucionalistas. Porque ¿quién sería capaz de oponerse a que el pueblo resuelva sobre cualquier asunto en libertad, quién? ¿Un malvado, un incivilizado, un monstruo? ¿Alguien con profunda aversión hacia la democracia? ¿Quién? Pues, para empezar, ellos. Que con tan artero truco pretenden hurtarnos nuestra soberanía a todos los españoles en cuestiones fundamentales como un cambio en nuestro modelo de Estado, o la modificación de las fronteras de España asociada al desgajamiento de una parte. Además de aspirar a quedarse con infraestructuras pagadas por todos.